Los últimos tiempos han estado marcados por dos acontecimientos que forman parte ya de nuestro día a día. La pandemia de la Covid-19 y la guerra en Ucrania. El primero de ellos generó una crisis social y sanitaria que derivó en económica. El segundo, está acrecentando esos daños en todas las economías.

Conscientes de ambas realidades, el Gobierno de Navarra liderado por María Chivite se puso a trabajar para tratar de diseñar y poner en marcha herramientas que fueran capaces de proteger, dar seguridad e impulsar al tejido productivo de esta comunidad.

Una de ellas es el Instituto Navarro de Inversiones (INI). Un instrumento destinado a ampliar el apoyo al desarrollo económico de nuestra comunidad.

El INI es una entidad que se circunscribe en el ámbito de actuación de la CPEN y que llega en un momento en el que los gobiernos debemos ser capaces de detectar las necesidades para abordarlas de forma integral y con todo el empuje que sea necesario para que no nos quedemos atrás. 

Quiero detenerme en esa integración del INI en CPEN para, en mi calidad de Consejero Delegado de la Corporación, recordar que el sector público navarro ha sabido reconvertirse en los últimos tiempos para adaptarse a una realidad cambiante guiada siempre por los criterios de eficiencia y cumplimiento de las necesidades de cada momento. Ha sucedido en todos los ámbitos: en el económico, en el medioambiental, el cultural o el tecnológico. Saber adaptarse a los tiempos es un signo de fortaleza.

En cuanto a las señas de identidad de esta nueva sociedad, el INI se configura con base a un modelo de Banco Público de Desarrollo, como un instrumento de transmisión de la política económica del Gobierno de Navarra mediante el apoyo financiero a las políticas estratégicas de desarrollo económico y social definidas en el seno del Gobierno en línea con los objetivos de desarrollo sostenible (ODS).

Su función principal, pues, es el apoyo financiero estratégico, a través de la inversión directa, la participación en equity (inversión directa) y el desarrollo de fondos de capital riesgo para participación en capital.

Un elemento diferencial de esta herramienta es su diseño funcional, al ser tomadas las decisiones individuales de inversión por un Comité de Inversiones integrado exclusivamente por profesionales independientes. Así, el papel del Consejo de Administración, donde se integrarán representantes del Gobierno, queda limitado a la definición de los sectores estratégicos macro que deberá priorizar el Comité de Inversiones. 

No podemos ser ajenos a la realidad que dicta Europa. Conviene señalar en este sentido que la Comisión Europea en diferentes comunicaciones hace referencia a que “la principal motivación económica de un Banco de Promoción (NPB) es que las fallas del mercado pueden conducir a una menor inversión y, por lo tanto, a un crecimiento futuro más lento de lo que sería económicamente eficiente, y que una institución con mandato público esté en mejores condiciones que los operadores privados para superar estas fallas del mercado.” Algunos ejemplos de fallas de mercado a las que hace referencia son la deficiente inversión privada en investigación y desarrollo, infraestructuras, educación o proyectos vinculados a la transición ecológica y digital. Así como la oferta insuficiente de servicios financieros resultante de la concentración del mercado.

Tenemos la obligación de ser capaces de detectar el momento y actuar ante la oportunidad. La orientación y pertinencia de la nueva Sociedad en base a un modelo de NPB, cobra aún mayor relevancia en el contexto actual del despliegue del Plan Next Generation – EU y del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR). Y más aún si cabe en vista del panorama que va a dibujar la adenda aprobada y que dará continuidad a las ambiciosas reformas e inversiones del PRTR con el foco en la autonomía estratégica a través de los proyectos conocidos como PERTE (Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica).

Las convocatorias de los PERTE fijan como punto de partida la existencia de un claro fallo de mercado o una insuficiente iniciativa o capacidad de inversión por parte del sector privado. Se trata de un diagnóstico para cuya solución se adaptan los objetivos del INI.

Es, por todo ello, un importante motivo de satisfacción que el INI sea ya una realidad. 

El nuevo mundo que habitamos exige proyectos ambiciosos y el Instituto Navarro de Inversiones lo es.